Puesta en Valor y Renovación Tecnológica del Teatro

Finalizada la primera etapa de la obra edilicia, el Teatro San Martín reabre sus puertas y se reanudan las actividades en las salas Martín Coronado, Casacuberta y Cunill Cabanellas, con los espectáculos La farsa de los ausentes, Parias y Umbrío, respectivamente, entre fines de mayo y principios de junio.
Para celebrar este acontecimiento tan esperado, se realizó un gran espectáculo sobre la Avenida Corrientes para miles de espectadores, con dirección general de Pichón Baldinu. 
Los espectadores también disfrutaron del talento de integrantes del Ballet Contemporáneo, del Grupo de Titiriteros y del Taller de Danza Contemporánea, junto a un numeroso grupo de actores, y artistas aéreos, músicos y técnicos, sobre un escenario de 15 metros de ancho por 8 metros de profundidad y una pasarela de 30 metros.
Cerca de 300 artistas realizaron un espectáculo que recorrió toda la trayectoria del Teatro desde el momento en que fue soñado en 1953, por los entonces jóvenes arquitectos Mario Roberto Álvarez y Alfredo Ruiz, hasta el 25 de mayo de 1960, cuando se inauguró y comenzó a cobrar vida.

Puesta en Valor y Renovación Tecnológica del Teatro
El Teatro San Martín constituye la obra más emblemática del Movimiento Moderno en la arquitectura argentina. Fue proyectado por los Arqs. Mario Roberto Álvarez y Macedonio Fernández en 1953, e inaugurado en el año 1960. Por su concepción de vanguardia y su tecnología teatral absolutamente avanzadas, se posicionó como uno de los más importantes teatros del mundo. El cuidado riguroso de los bienes arquitectónicos patrimoniales implica reconocer y valorar minuciosamente el edificio a intervenir. Para esta obra se estableció una metodología que comenzó con el registro de los aspectos definitorios del teatro, su espacialidad, materialidad, lenguaje del autor, y se desarrolló un trabajo interdisciplinario, a cargo de un equipo de profesionales especializados. Es decir que la obra edilicia ha estado constantemente regida por el diseño arquitectónico original de los Arqs. Álvarez y Fernández.

La actualización tecnológica abarcó todas las instalaciones eléctricas (tableros de media y baja tensión y circuitos de distribución de corrientes fuertes y débiles); sistemas de seguridad contra incendio (se agregaron 300 puertas cortafuego), detección, extinción, evacuación; iluminación en base a leds; instalaciones sanitarias incluidos desagües cloacales y pluviales, agua fría y caliente; sistema de aire acondicionado; cambio de maquinaria de ascensores y montacargas.

Las instalaciones de corrientes débiles comprendieron el sistema de llamadores a escena, sistema de CCTV y cámaras de seguridad, telefonía IP, cableado estructurado y Building Management System.

Respecto del sistema contra incendio, incluyó el reemplazo del mecanismo del telón cortafuego del escenario de Sala Martín Coronado y la colocación, por primera vez, de un telón cortafuego en la embocadura de la Sala Casacuberta.

Las tareas de renovación se desarrollaron considerando expresamente los méritos patrimoniales del monumento e implicaron también el restauro integral de todos los sistemas y subsistemas expresivos, espacialidad, código de colores, materialidad (mármoles, venecitas, bronces, herrajes, espejos, carpinterías, etc) y la puesta en valor de salas, halles, camarines, etc.

Cada uno de los materiales fue tratado para su limpieza y reintegración, según las especificaciones establecidas por los especialistas.

De igual modo se operó con el mobiliario, que fue objeto de una investigación en el archivo fotográfico, gentilmente cedido por el estudio Mario Roberto Álvarez, para determinar la restauración de parte del mismo y/o la sustitución.

Sobre tan esperada reapertura, el Sr. Jorge Telerman, Director General del Complejo Teatral de Buenos Aires, expresa: “Desde su inauguración, el 25 de mayo de 1960, el Teatro San Martín supo ocupar un lugar decisivo en la vida cultural de Buenos Aires. Su voluntad de constituirse en faro de las artes de representación, su compromiso con una programación inclusiva, ambiciosa y plural –con producción propia y convocando a los mejores intérpretes y compañías del mundo–, junto con la decisión de incluir entre sus actividades al cine, la fotografía y la formación, proyectaron al San Martín, dentro y fuera de las fronteras del país, como un referente ineludible de la cultura argentina. Y, nunca resulta ocioso subrayarlo, en una muestra extraordinaria de todo lo bueno que puede producir el Estado en tal sentido.
Esa significación que sostuvo el Teatro San Martín durante casi seis décadas es análoga a la de su característico edificio, que es el primer y perdurable hecho estético que puede ofrecer la institución a su comunidad. Proyectado por los arquitectos Mario Roberto Álvarez y Macedonio Oscar Ruiz, es uno de los ejemplos más vitales del estilo racionalista en la Argentina y fue declarado patrimonio arquitectónico de la Ciudad. Un espacio característico de la calle Corrientes y, sin dudas y para siempre, un ícono de ‘lo porteño’.
Claro que el paso del tiempo dejó sus huellas, por lo que el edificio ha requerido la ejecución de un conjunto de obras dirigidas a restituirle su brillo y acondicionar sus salas con las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías. Toda esta labor sin poner en peligro su naturaleza esencial, esa particular elegancia de la que hecho gala.
Durante la presente temporada cumplen 40 años el Ballet Contemporáneo y el Grupo de Titiriteros, elencos estables del Teatro San Martín, a los que el aniversario encuentra en plena vitalidad. La persistencia en el tiempo de estas agrupaciones alienta la convicción de que son tan posibles como necesarios proyectos con la mirada puesta en la impaciente actualidad y en el escurridizo porvenir.
Las mujeres y hombres de nuestra ciudad y quienes nos visitan expresan, hace más de medio siglo, la voluntad de sostener una institución pública donde encuentran mucho más que el mejor teatro posible. Un espacio democrático, igualitario y accesible para la mayoría, siempre abierto al riesgo y la experimentación, alejado del conformismo y representativo de sus sueños colectivos”.