Martes, 19 Marzo 2024
 

Diego Figueroa @ Hache galería

 Registro Cerrado
 
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Categoría
Muestras
Fecha
2022-10-11 14:00 - 19:00

Todos esos recuerdos se perderán como gotas en la lluvia
Diego Figueroa
Curaduría: Joaquín Barrera

Desde el martes 26 de julio al 14 de octubre

Hache galería
Loyola 32

Hache se complace en presentar Todos esos recuerdos se perderán como gotas en la lluvia, la segunda exhibición individual de Diego Figueroa en la galería, con curaduría de Joaquín Barrera.

Un alambrado separa el adentro del afuera, lo interno de lo externo, lo privado de lo público. Poner un pie en ese adentro implica ingresar al umbral desde el cual Diego Figueroa presenta su más reciente producción, en donde se vislumbran situaciones y costumbres propias de algo que podría asemejarse a un neobarroso realismo mágico chaqueño. Como un cuentista caprichoso y mordaz, el artista pone en escena situaciones teatralizadas y de un dinamismo en estado permanente de latencia que ubican al espectador en el centro de la escena para que desde ahí cada operador pueda construir su propio relato.

A partir de una diversidad aleatoria de materialidades, técnicas y recursos visuales situados con precisión en el espacio – y casi convertido en un arqueólogo que rescata y refuncionaliza recursos materiales de la vida cotidiana-, Figueroa construye ficciones inacabadas sobre el tiempo, sobre el derrotero de la historia, sobre la memoria afectiva y sobre los modos del olvido.

 
TODOS ESOS RECUERDOS SE PERDERÁN COMO GOTAS EN LA LLUVIA
Por Joaquín Barrera

Hace unos días leía a Marina Mariasch proponer en twitter que abandonemos de una vez por todas la falsa dicotomía ficción-no ficción, y citando a Vivi Tellas señalaba que hay una zona gris, un umbral, mínimo y máximo, donde la realidad es escena y al revés. Un punto lo suficientemente equidistante de cualquier formalidad que permita etiquetar lo que está adentro de lo que está afuera. En ese borramiento de los límites, hay una mano invisible que mueve los hilos de esta función, y que por su ubicuidad, es parte actora, fundante, público y relator en simultáneo.

Un alambrado separa lo privado de lo público, lo doméstico de lo terrenal. Poner los pies adentro implica ingresar al teatro de operaciones desde el cual Diego Figueroa presenta su más reciente producción, en donde hay un decidido elogio a situaciones y costumbres propias de algo que podría asemejarse a un neo-barroso realismo mágico chaqueño. Acceder a la muestra como entrar al patio de tu casa, por la puerta del gallinero, golpeando las manos para no asustar a nadie. Si en los jardines de Mi Reina (Hache, 2018) el artista proponía satirizar sobre las elegantes fuentes que adornan los palacios de una época dorada en Francia y que se replican a escalas bizarras en los country argentinos, en esta exposición Figueroa se pregunta, también de un modo burlón, sobre el propio repertorio de objetos fungibles que decoran nuestras casas, sobre las funcionalidades de su uso y sobre el gesto desenfrenado de acumular tesoros del olvido.

La auto-referencialidad de Figueroa en el proceso de trabajo es una constante en sus últimas producciones. Pero esa situación espejo nada tiene que ver con las imágenes que proyectan sus obras sino con la obstinada construcción de un método de trabajo, una lógica de ensamble fortuita, una cadena de movimientos aleatorios. Ya desde El tiempo entre las cosas (Braga Menéndez, 2011), hay una voluntad velada de convertirse en curador de sus propios artefactos, de quebrar con la solemnidad intrínseca del artista que proyecta siempre una misma imagen. Lo reconocible en la producción de Diego Figueroa, y que en esta muestra se exacerba con agudeza, no son los resultados poéticos sobre un repertorio de recursos formales sino el gesto desnudo de poder reunir obras aparentemente disímiles que funcionan en el espacio expositivo más allá de su organicidad plástica. Algo así como un mecanismo autónomo, que en la unidad de sus partes conforman un engranaje de fuerzas que funcionan como motor del deseo de producción del artista.

Las obras que Diego Figueroa distribuye en sala conforman un mapa arqueológico, un sendero sin salida aparente, un recorrido por una trama atemporal de accidentes geográficos construidos sobre los restos de una civilización perdida. El atractivo formal de sus obras está mediado por la precariedad y la rudeza propia de la comunión aleatoria de los materiales.

Ahí: en ese intersticio entre lo casero, la excelsa cualidad técnica y esa desfachatez tosca en la hechura que transforma las piezas en preciosas joyas ornamentales que deslumbran por su belleza. La acumulación, el desorden y la reconfiguración de objetos cotidianos es una constante en su trabajo, como ya se pudo ver en la instalación (y también en las pinturas) de Cuando todo el ruido se duerma (Centro Cultural Haroldo Conti, 2014). Ese gran caudal de figurines del descarte hoy está mediado por los desvaríos del agua y por las inclemencias del clima. El agua que avanza sobre las fuentes corroe los objetos que la decoran para ir borrando los restos de las huellas que están marcadas en la memoria. Donde había paso del tiempo, usos y querencias, solo queda el olvido filtrado por los ríos que se cuelan por las hendijas y vuelven sedimento los archivos de la historia.

En la otra sala, el adentro del adentro. En una de las paredes color verde dólar, un rompecabezas gigante con cantidades de dibujos en grafito conforma un gran lenguaje inconcluso de señas. Manos dicientes, que en su apariencia son anónimas, marcan los destinos de una comunidad ensoñada. Las manos, como toda gestualidad, son poseedoras del don de camuflarse, de ser fuentes de ternura como así también de violencia, de compañía o de firmeza. Estas manos, son hechos comunicacionales. Es que son las manos que manejan los hilos de la vida y de la muerte, del hambre y la riqueza, de la inundación o del naufragio.

Como un pequeño Museo de la orilla del Río, este adentro atesora también retratos alojados en electrodomésticos, utensilios, zapatillas y objetos de uso cotidiano. No sé si importa quiénes son, al igual que las manos. Pero a diferencia de ellas, tienen rostro, una novela secreta, una afectividad, un relato inacabado que aún está por contarse. Y esa historia es una historia del descubrimiento, de una aproximación, del ojo puesto a la distancia perfecta, esa que Diego planeó para nosotros. Algo mágico sucede entre estas pinturas y el espectador, una especie de oralidad relatada al oído que activa el pathos en la mirada del visitante a través del hallazgo minucioso del recurso callejero del que Figueroa se vale para construir estas ficciones inacabadas sobre el tiempo, sobre el derrotero de la vida, sobre la memoria afectiva y sobre los modos del olvido.

En Todos esos recuerdos se perderán como gotas en la lluvia, Diego Figueroa se revela como un cuentista caprichoso y mordaz, y utiliza tecnologías visuales de la gestalt para poner en escena situaciones teatralizadas de un dinamismo en estado permanente de latencia que ubican al espectador en el centro de la escena. El ingreso a ese telón o cuarta pared o relato en tercera persona o literatura libre del yo, es en esta exposición un recurso esencial para evitar el diluvio.

En las paredes gastadas por el clima húmedo, sutura el calor humano que alguna vez tiñó estos paisajes. De arriba, tres pícaros monos empoderados por el fuego nos relojean, como si el fin de los ciclos y el recomienzo continuo no estuviese tan lejos.

Julio de 2022, en Buenos Aires. Pero también en Resistencia y en Colonia Benítez.

 


La obra de Diego Figueroa (n. Buenos Aires, 1975) explora las tensiones entre lo “legítimo” y lo popular, operando con solvencia mediante procedimientos como la cita y el desplazamiento, la parodia y el sarcasmo aplicados a iconografías canónicas de la historia del arte y la cultura occidental, mediante una personal gramática de materiales cotidianos, cuyo uso altera y desvía. Pinturas, dibujos, esculturas e instalaciones que proponen una nueva interrogación acerca del juego de tensiones entre lo popular y lo clásico, y las inevitables relaciones de clase y poder que representan, trasladando esas tensiones a los materiales con los que trabaja y al espacio semántico entre las diferentes piezas que operan en sus proyectos.
Estudió pintura con Eduardo Medici y asistió a becas de análisis y producción de obras del Fondo Nacional de las Artes y Fundación Antorchas.
Figueroa reside y trabaja entre Colonia Benitez y Resistencia, Chaco. Realizó proyectos de difusión y promoción para las artes visuales en su ciudad de adopción, entre los que se destacan Proyecto Resistencia - interferencias urbanas (2002) y Espacio de Arte Radio Libertad (2005 a 2007). A través del Fondo Nacional de las Artes participó como coordinador de Talleres de Análisis y desarrollo de obras para artistas (2011-2015) en otras regiones de la Argentina.
Ha presentado exposiciones individuales entre las que se destacan: Todos estos recuerdos se perderán como gotas en la lluvia, Hache galería, Buenos Aires (2022); Mi reina, Hache galería, Buenos Aires (2018); Horizonte de sucesos, Museo de la Memoria, Rosario, Santa Fé (2018); Cuando todo el ruido se duerma, Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Buenos Aires (2015), Cuando todo el ruido se duerma, Museo de Bellas Artes René Brusau, Resistencia, Chaco (2014); El tiempo entre las cosas, Galería Braga Menéndez, Buenos Aires (2011); Esta noche no, Centro Cultural de España en Buenos Aires (2009); El David y la Copia, Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca (2008).
Su obra fue exhibida en numerosas exposiciones colectivas (selección): Premio Alberto J. Trabucco Pintura 2020 (2022); Premio Klemm (2020) Premio Colección Fortabat (2019); La marca original: arte argentino, Centro Cultural Kirchner, Buenos Aires (2019); Concurso de Artes Visuales, Fondo Nacional de las Artes, Casa del Bicentenario, Buenos Aires (2018); Golpe en Seco ( junto a Andrea Fernández), Museo de la Memoria, Rosario, Santa Fé (2018); Bienal de Pintura CFI, Buenos Aires (2017); Congreso de Tucumán. 200 años de arte argentino (itinerancia por numerosos museos de Argentina entre 2016-2018); Lo firme en el centro encuentra correspondencia, Hache galería, Buenos Aires (2017); Has llorado, en silencio, Hache galería, Buenos Aires (2016); Colección Igualdad Cultural, Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro, San Miguel de Tucumán (2015); Colección Hugo Albrieu, Museo Palacio Ferreira, Ciudad de Córdoba (2015); 10 SAR, Décima Semana del Arte de Rosario, Santa Fe (2014); Expansiva IV, terca presencia de lo inerte, Centro Cultural San Martín, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2013); Mitos y Sincretismos, Fondo Nacional de las Artes, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2013); Entre el retorno y la partida, normas, límites y actualizaciones en el arte contemporáneo argentino, Museo de Arte Contempo- ráneo de Salta, Ciudad de Salta (2013); Fase 4, Centro Cultural Recoleta, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2012); Buenos Aires (2012); Entre el retorno y la partida, normas, límites y actualizaciones en el arte contemporáneo argentino, MACLA - Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano de La Plata, Buenos Aires (2012); Simultaneidades y otras yerbas; Fundación Miglorisi, Museo del Barro, Asunción (2011), entre otras.
Participó de premios y salones obteniendo las siguientes distinciones: Mención del Concurso de artes visuales Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires (2018); Beca Plataforma Futuro, otorgada por el Ministerio de Cultura de la Nación (2016); Premio Igualdad Cultural en la disciplina Artes Visuales (2013), Segundo Premio en la Bienal de Pintura del Consejo Federal de Inversiones (2013); Primer Premio de la Fundación la Capital en el Museo Castagnino de Rosario (2003); Segundo Premio Adquisición en el Salón Nacional de Salta (2001); Gran Premio de Honor en el V Salón Nacional del Mar, Centro Cultural Auditórium, Mar del Plata (1999); Tercer premio en Salón Nacional de Santa Fe, Museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodriguez (1998); Mención en Premio Palais de Glace a la Joven Pintura, Buenos Aires (1997).
En 2015, editó una publicación que reúne producciones de 2005 a 2015. Su obra forma parte de importantes colecciones.

 

Hache galería
Loyola 32, Villa Crespo
Horarios: lunes a viernes de 14 a 19 h.
Otros horarios con cita previa.
www.hachegaleria.com
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Hache es una galería de arte contemporáneo que difunde, exhibe y comercializa la producción de artistas argentinos y latinoamericanos.
Gestiona proyectos dedicados a pensar conceptos micro políticos alrededor de la vida cotidiana, la construcción de identidad que hace el hombre a partir de su entorno y la aparición de una nueva comprensión de las relaciones humanas en la sociedad actual.
Se interesa por el trabajo de artistas que revisan la historia y cuya obra aborda las transformaciones antropológicas, sociológicas, económicas y políticas alrededor de la vida contemporánea.
Trabaja para que estas producciones puedan dialogar con los distintos agentes de la escena nacional e internacional y apuesta a la mediación crítica entre las partes; poniendo énfasis en el crecimiento y fortalecimiento de las carreras artísticas y del coleccionismo informado.

 
 

Todas las fechas

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