Escapándose del sol, la sutil intervención en el espacio realizada por los artistas Bruno Gruppalli y Juan Sebastián Bruno, copa la sala 8 del Centro Cultural Recoleta. Apenas uno entra, se encuentra con un sitio despojado, silencioso, en penumbras. Con economía de recursos y sensibilidad, un puñado de obras hechas a dúo se integran en perfecta armonía con el espacio.

 

La luz que entra por los ventanales del pasillo ilumina suavemente la sala. Casi no hay luz artificial: una de las bombillas funciona como objeto; la otra, que proyecta luz tenue circular, recuerda a algunas de las obras del genial David Lamelas, capaz de crear un espacio escultórico lumínico, site specific simple y al tiempo hipnótico.

Aquí, nada está librado al azar: ninguna obra es más importante que el espacio de exposición. Ese es el desafío de los artistas: todas las piezas se integran a las paredes, al diseño de los ventanales triangulares, a las formas puntiagudas de las aberturas, al color y la textura del piso. Obras y espacio conforman una unidad indivisible. Las formas escultóricas son agudas, punzantes. "Tuvimos en cuenta cada detalle de la arquitectura y también la historia y las experiencias artísticas que condensa esta fantástica sala", señala Juan Sebastián Bruno.

Cada obra tiene un sentido vital sólo en este sitio: desde las pinturas sobre vidrio hasta la imagen de tapa del disco de Dean Blunt que suena una y otra vez. Uno se topa con una ventana bloqueada por una estructura escalonada, blanca, perfecta: imposible resistirse a espiar qué hay detrás del cortinado.

Un hilo colgante que atraviesa la sala y una escultura minimalista que se eyecta de la pared dividen visual -y virtualmente- la sala. Sobre uno de los zócalos, un hilo amarillo contrasta con una impresión fotográfica que va del azul más potente que uno se pueda imaginar al negro profundo de la noche.

La sutil luz natural deviene centro de la escena: cambia con el paso del tiempo. El anochecer sorprende: las sombras proyectadas invaden la sala, y el imperceptible hilo amarillo emerge lentamente del zócalo hasta volverse intenso. El espacio muta, acaso escapándose del sol.

Por Marina Oybin para el CCR

Cierre: domingo 1 de marzo Sala 8 del CCR