El último cigarrillo eterno (No man is an island)
Agustin Sirai
The man who sold the world
Romina Orazi
Del Viernes 21 de Marzo al 19 de Abril
Praxis International Art
Arenales 1311
El último cigarrillo eterno (No man is an island)
Agustin Sirai
Alguien buscó las hojas de tabaco y las picó. Alguno envolvió la mezcla con una lámina de papel y formó un rollo. Uno consiguió fuego y encendió el cigarrillo por un extremo, aspirando con la boca desde el otro. ¿En qué parte de las islas de Agustín Sirai están los autores de estas acciones?
No existen hombres en esos trozos de bordes imprecisos que flotan, mayormente, en el centro de las silenciosas piezas; tampoco en sus pinturas minuciosas de "inventarios de taller". Sí quedan insuficientes rastros de una presencia, que cuando vino la oscuridad acampó en el lugar. Dejó ropa, instrumentos, libros; vestigios ligeros que hablan poco de aquel que ahora falta. ¿Llegó un remolino y se lo llevó? Aunque la tempestad se aquietó y tras la noche vino el alba, ese otro aquí no amaneció.
Como el último y eterno cigarrillo del título, la perspectiva de las islas imaginadas por el artista combina un tiempo pasado, presente y futuro. Sin principio ni fin, una acción circular sucede en un escenario casi fantasmagórico. Algo pasó, está pasando, habrá de pasar allí, en esos islotes suspendidos y, quizá, a la deriva.
La nada es una latente amenaza pero, en evidente contradicción, mucho permanece en estas pinturas que se detienen amorosamente en los detalles. El desarraigo es una constante, tanto como cierta resistencia que anuncia la expansión de la esperanza. Sirai, que trabaja todos los días en su taller y enseña en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata, suele hablar de la ausencia como algo "inevitable". La presencia de la ausencia es poderosa en estas piezas, quizá como olvido, también como irrupción de la soledad.
Mientras que en algunas instancias, las obras describen la llegada de un invierno que mata los colores y deja al suelo yermo -con árboles tristes que perdieron su follaje y se disuelven en la bruma-, en la atmósfera romántica de otros archipiélagos aparecen indicios que desmienten lo inevitable de la catástrofe: despunta la primavera y corre el agua, los pájaros se insinúan y las plantas reverdecen
Ni islas de la muerte ni de las lágrimas, los sutiles trabajos incluso reflejan materia, movimiento y tiempo. A pesar de sus paisajes desolados, las obras aluden a la eternidad y proclaman vida, extinciones y renacimientos. Los conjuntos solitarios (otro oximoron) creados por el artista bien pueden ser vistos como metáforas de las relaciones humanas. Al considerar las conmovedoras y penetrantes pinturas, el observador -¿deseando, acaso, cambiar las intenciones del artista?- recuerda palabras del poeta metafísico John Donne. "Ningún hombre es una isla, entero en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la Tierra... (...) La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y por eso nunca quieras saber por quién doblan las campanas; doblan por ti" (Devotions upon Emergent Occasions -Meditation XVII, 1624).
Sirai persiste en la pintura.
El último cigarrillo eterno (No man is an island)
Por Victoria Verlichak
The man who sold the world
Romina Orazi
Sobre Hans.
Hans Lehrer llegó a Argentina en 1887, cinco años después de haber zarpado del puerto de Hamburgo. Gran parte de ese lustro lo pasó en África, de acuerdo a cartas y algunas postales podemos reconstruir parcialmente su itinerario en Sudáfrica, Madagascar y Namibia. Hans Leher era alemán, naturalista, botánico y explorador, retrató la flora y fauna africana con precisión científica y un evidente candor hacia la vida salvaje. Cuando arribó al puerto de Buenos Aires traía consigo, además de unas escasas pertenencias materiales entre las que se encontraban los dibujos de la fauna africana, notas e imágenes impresas en su retina, un horizonte cultural estructurado en el Positivismo, y una tradición epistemológica signada por la teoría darwinista de la evolución de las especies. Alexander Von Humboldt y Hans Leher vivieron muy cerca y en la misma época, pero solo uno sabía de la existencia del otro.
Entre 1887 y 1912, realizó viajes de exploración a Misiones, Chaco y La Pampa, trabajó sobre la fauna local, realizando apuntes y dibujos, tenía la intención de publicarlos. No existe evidencia de que lo haya logrado. Después de 1912 sus viajes de reconocimiento comenzaron a ser cada vez más infrecuentes, se instaló en Martínez y nunca volvió a Alemania.
En 1994, Romina Orazi comienza a intervenir sobre los dibujos de Hans Leher, los copia, escribe, dibuja y colorea, sigue sus líneas, las borra, vuelve a delinear y escribir. Realiza un trabajo metódico y silencioso sobre ellos, hace imperceptible su propia huella, profana la reliquia – otra vez, como Duchamp L.H.O.O.Q-, rehúsa pensar que el corpus de dibujos es un cuerpo muerto, que como evidencia forense deberían no tocarse.
El hombre que vendió el mundo está hecho de sedimentación y colisiones, sobre el naturalismo virtuoso decimonónico y cientificista se monta otro sistema, el de la desfetichización del objeto aurático, la desnaturalización de la originalidad como principio fundante del arte y la subversión al disciplinamiento que esta supone. Todas las obras aquí expuestas pueden descargarse gratuitamente en http://themanwsotheworld.tumblr.com/, cada descarga tiene el mismo estatuto que los dibujos en esta galería, cada dibujo impreso o no, puede volver a ser escrito, enmarcado, borrado, copiado, firmado, vendido, regalado, eliminado. Tendrá el mismo destino que cualquier otra imagen producida por un humano, multiplicarse.
Florencia Qualina
Praxis International Art
Arenales 1311
lun-vier 10:30 a 19:30hs. sáb 10:30 a 14hs
